NUEVA
YORK._ El reconocido emprendedor dominicano Héctor B. Castillo, propietario y presidente de la
empresa de comunicaciones y seguridad COTEL con más de 30 años en el mercado, y
distribuidor e instalador del sistema robótico para pruebas rápidas de
COVID-19, resaltó la precisión con que el reconocimiento facial del dispositivo
puede detectar los síntomas de alto riesgo en personas que se someten al
protocolo.
NUEVA
YORK._ El reconocido emprendedor Héctor Castillo y su hijo Héctor Jonathan
Castillo, explican la precisión de reconocimiento facial, para pruebas rápidas
de COVID-19. (Foto Miguel Cruz Tejada).
Castillo, quien dijo que su empresa busca atraer a los pequeños y medianos empresarios de la comunidad dominicana y latina, especialmente el sector médico para la adquisición del dispositivo, señaló que se trata del equipo de mayor avance tecnológico, hasta ahora traído a Nueva York.
Explicó
que el sistema está basado en visión térmica, que desde hace mucho tiempo
estaba siendo usado por instituciones militares.
“Detecta
el nivel de calor en el cuerpo humano y ahora, con el problema de la pandemia,
se ha convertido en un instrumento que puede dar lectura a esa temperatura”,
dijo Castillo.
Señaló
que el porcentaje de credibilidad es del ciento por ciento, superando a los
termómetros que ya abundan en el mercado, pero
cuya confiabilidad es muy poca.
“Si
se compara el resultado de nuestro sistema térmico con el de los termómetros
usados por los médicos los números son exactamente los mismos”, añadió
Castillo.
Dijo
que el sistema térmico está siendo bien acogido por el mercado anglosajón y ahora,
COTEL lo está presentando en mercado latinoamericano por los beneficios que
tiene el producto.
“Es
una inversión y una necesidad para evitar complicaciones a largo plazo e
impedir la propagación de la infección, casas, oficinas, comercios y otros lugares,
obligando a los dueños a cerrar enfrentando problemas mayores por no tener este
sistema instalado, que también tiene una función preventiva”, explica Castillo.
Castillo
y su hijo Héctor Jonathan Castillo, quien le asiste en el negocio, ofrecieron
una demostración del funcionamiento el viernes en la tarde en la agencia de
servicios J&J Brokarage, del empresario Jaime Vargas, quien es uno de los
primeros en adquirir el sistema.
“La
inversión que ha hecho Jaime está previniendo también que el virus se propague
en el vecindario y pueda afectarle el negocio, un ejemplo que deben seguir
todos los pequeños y medianos inversionistas de la ciudad”, añadió.
Castillo,
dijo que el costo es muy asequible para los interesados y COTEL les garantiza
un financiamiento en un plazo de entre 36 a 46 meses para completar el pago.
Dijo
que la comunidad latina todavía está mirando el funcionamiento y los
resultados por lo que aún ese mercado no
están amplio. “Somos como Santo Tomás, ver para creer, pero ya lo pueden ver y
verificar”.
Pueden
comunicarse con el número (1212) 465-8989 para hacer los pedidos o si necesitan
información acerca del producto.
También
pueden entrar en la página www.cotel.com,
donde encontrarán todas las informaciones y se trabaja para incluir un link del
producto.
Recordó
que COTEL se estableció en 1990 y desde
esa fecha está sirviendo al área tri estatal (Nueva York, Nueva Jersey y
Connecticut), incluyendo la instalación de centrales telefónicas, vigilancia,
redes de computadoras (Network) e integración.
Héctor
Jonathan, explicó que las pruebas de reconocimiento facial para COVID-19 cuenta
con varios modos que son opciones que el cliente puede programar.
“Cuando
un cliente llega sin la máscara, lo detecta y no lo deja entrar, y aunque no da
el diagnóstico, tiene la capacidad de decretar si la temperatura de la persona
está en un rango de riesgos como es la fiebre alta”, añadió.
La
programación e instalación se toma entre cinco a siete días laborales y el sistema se puede
conectar con el celular del cliente, pudiéndose conectar como cámara de
seguridad, si el interesado lo prefiere.
Castillo,
detalló que el robot es fabricado con una tecnología combinada de Corea del
Norte y Estados Unidos y en parte de China, que fabrica algunas de las partes
que hacen que el dispositivo funcione.
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