NUEVA YORK._ El laureado psicólogo dominicano y especialista en salud mental, Henry Montero Tapia, reveló que todos los padres sienten temor por la situación de sus hijos, especialmente en medio de la crisis que se viven en la juventud.
NUEVA YORK._ El psicólogo Henry Montero
Tapia revela que todos los padres sienten temor por la situación de sus hijos
en crisis que se vive en la juventud.
(Fuente externa).
Citando como ejemplo el caso del asesinato de Joshua Omar Fernández, Montero Tapia afirmó que “todos sentimos temor que un día un hijo amanezca enfermo, se accidente, muera prematuramente o hasta ser arrestado”. Explicó que a ningún padre le gustaría echar al azar esa probabilidad. “Si entiendo que cualquiera de la desdicha es un impacto a la estructura familiar y social”
Añadió que la crisis que se vive entre
la juventud es el tema de lealtad, familia, amor y la influencia del entorno
circundante.
“Existen los desafíos que enfrenta los
adolescentes que intenta navegar por la compleja dinámica de una comunidad muy
unida dividida entre ciudadanos respetuosos de la ley y aquellos enredados en
una vida de crimen organizado”, expuso el especialista.
“Las identidades de los jóvenes están
moldeadas por muchos factores: expectativas familiares, culturales y sociales,
experiencias con instituciones como la escuela y los medios de comunicación, y
amigos. Los jóvenes también toman medidas activas y toman decisiones que dan
forma a su identidad. Seleccionan los entornos y las personas con las que
quieren estar”, explicó el psicólogo.
Refiriéndose a las investigaciones de
los autores sobre pandillas y familias, dijo que Decker y Van Winkle (1996)
consideran que unirse a pandillas juveniles consiste en tirones y empujones. “Los
tirones pertenecen al atractivo de la pandilla. La pertenencia a pandillas puede
mejorar el prestigio o el estatus entre los amigos (Baccaglini, 1993),
especialmente las niñas y los niños
(Decker y Van Winkle 1996), y proporcionar oportunidades para estar con ellos
(Slayton, Stephens y MacKenna, 1993). Las pandillas ofrecen otras oportunidades
atractivas, como la oportunidad de excitación (Pennell et al., 1994) vendiendo
drogas y ganando dinero (Decker y Van Winkle, 1996)”, señaló citando a otros
autores sobre el tema.
“Por lo tanto, muchos jóvenes se ven a
sí mismos como haciendo una elección racional al decidir unirse a una pandilla:
ven ventajas personales en la membresía de una pandilla”, añadió el
especialista acopiando las investigaciones de Sánchez y Jankowski publicadas en 1991.
El psicólogo subraya que las
complejidades de la naturaleza humana y la búsqueda de la identidad personal
son aspectos profundos y multifacéticos de la experiencia humana.
“A lo largo de nuestras vidas, lidiamos
con preguntas sobre quiénes somos, qué nos define y cómo nos relacionamos con
el mundo que nos rodea. Este viaje de autodescubrimiento está influenciado por
una multitud de factores, incluyendo nuestra educación, experiencias, valores,
creencias y las sociedades en las que vivimos”, sostiene Montero Tapia.
“Una de las complejidades fundamentales
de la naturaleza humana es la dualidad dentro de cada individuo. Los seres
humanos poseen una amplia gama de emociones, pensamientos y deseos que a menudo
pueden ser contradictorios o en conflicto entre sí”, indica Montero Tapia.
“Podemos sentir amor y odio, compasión y
enojo, altruismo y egoísmo, todo dentro de nosotros mismos. Esta complejidad
inherente puede conducir a luchas internas a medida que navegamos por estos
aspectos conflictivos de nuestra naturaleza y buscamos entenderlos y
reconciliarlos”, puntualizó.
Dijo que muchos adolescentes mienten por
miedo a las consecuencias de su comportamiento, o incluso por temor a que te
molestes o miedo que retires el amor si te dicen la verdad, discutiendo,
desafíos, una fase incómoda, abandono de compromisos, retirada, actitud e impulsividad.
Señala que las fuerzas sociales,
económicas y culturales empujan a muchos adolescentes en la dirección de las
pandillas. “La protección contra otras pandillas y el bienestar general
percibido son factores clave (Baccaglini, 1993; Decker y Van Winkle, 1996)”.
Como se señaló anteriormente, algunos
investigadores sostienen que el estatus de subclase (Wilson, 1987) de los
jóvenes minoritarios sirve para empujarlos a las pandillas (Hagedorn, 1988;
Moore, 1978, Taylor, 1989, Vigilia, 1988), sintiéndose marginales, los
adolescentes se unen a pandillas para relaciones sociales que les dan un
sentido de identidad (Vigil y Long, 1990).
“Para algunos jóvenes, las pandillas
proporcionan una forma de resolver los problemas de ajuste social,
particularmente las pruebas y tribulaciones de la adolescencia (Short y
Strodtbeck, 1965).
En algunas comunidades, los jóvenes son
reclutados intensamente o coaccionados por pandillas (Johnstone, 1983). “Aparentemente
no tienen otra opción. Unos pocos prácticamente nacen en pandillas como
resultado de las tradiciones del vecindario y la participación anterior (y tal
vez continua) de sus padres en pandillas o participación en actividades
delictivas (Moore, 1978)”, citó el psicólogo.
Montero Tapia dice que hay muchos factores
que los padres deben tener pendiente como el comunitario que es el más importante
identificado en crecer en vecindarios donde las drogas están fácilmente
disponibles.
“Varias variables familiares son
importantes: inestabilidad familiar, privación económica extrema, problemas de
manejo familiar, padres con actitudes violentas y comportamiento antisocial
entre hermanos”, expresó.
El psicólogo reveló que se han
identificado numerosos factores escolares, incluyendo baja aspiración
educativa, bajo compromiso con la escuela, bajo apego escolar, altos niveles de
comportamiento antisocial en la escuela, bajos puntajes en las pruebas de
rendimiento, la identidad de ser discapacitado de aprendizaje y bajas
calificaciones.
“El factor más importante del grupo de
pares es asociarse con compañeros que violan la ley. Los factores de riesgo
individuales son el uso temprano de alcohol y marihuana, la delincuencia
previa, la hiperactividad, los comportamientos externalizantes (hostilidad,
agresión e incumplimiento de las reglas), las habilidades deficientes para
rechazar ofertas de participar en conductas antisociales y la actividad sexual
temprana.
“Ser hombre, sentirse inseguro en el
vecindario y residir en una familia pobre pone a los jóvenes en alto riesgo de
involucrarse en pandillas, independientemente de otros factores de riesgo de la
comunidad, la familia, la escuela o los compañeros”, explica.
“La búsqueda de la identidad personal
también está interconectada con nuestro anhelo de conexión y pertenencia.
Buscamos validación, aceptación y comprensión de los demás, y las relaciones
que formamos juegan un papel importante en la configuración de nuestras
identidades”, manifestó.
“A veces, podemos adoptar ciertas
identidades o ajustarnos a las expectativas sociales para encajar u obtener
aprobación, incluso si contradice nuestro ser auténtico. Esta tensión entre
conformidad e individualidad añade otra capa a la complejidad de la naturaleza
humana y la búsqueda de la identidad personal”, precisó el especialista.
“En conclusión, las complejidades de la
naturaleza humana y la búsqueda de la identidad personal son aspectos profundos
de nuestra existencia. La interacción entre las emociones conflictivas, la
influencia de factores externos, la naturaleza evolutiva de la identidad y el
anhelo de conexión contribuyen al intrincado y a menudo desafiante viaje del
autodescubrimiento”, informó.
Exhortó a abrazar y comprender esas
complejidades “lo que puede conducir a una comprensión más profunda de nosotros
mismos y fomentar la empatía y la aceptación de la diversidad y la riqueza de
la experiencia humana”, concluyó Montero Tapia.
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