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RESUMEN



La JCE RD cumplió con exitoso montaje de elecciones municipales, presidenciales y congresuales 2024; consolida confianza de votantes y sociedad por transparencia en proceso; partidos fallaron en convocatoria Las habichuelas de Nena, tradición dominicana de casi tres décadas en Nueva York


Las habichuelas de Nena, tradición dominicana de casi tres décadas en Nueva York




NUEVA YORK._ Durante 28 años, la dominicana nativa de Moca, Nidia Rivera (Nena), sirve las codiciadas habichuelas con dulces, como parte de una tradición dominicana que diariamente atrae a cientos de clientes a su punto de ventas en la calle 182, cerca de la avenida Saint Nicholas (Juan Pablo Duarte Boulevard), en el Alto Manhattan. 


NUEVA YORK._ Nidia Rivera (Nena), nativa de Moca y su hija Norca, al frente del negocio “Las Habichuelas de Nena”, una tradición que lleva 28 años en   el Alto Manhattan. (Fotos Miguel Cruz Tejada).




La calidad y el sabor de las habichuelas por Nena, le han conferido fama internacional y su puesto, que además incluye majarete, caquitos de maíz, arroz con dulce, avena y otras delicias dominicanas, no es solo visitado por la gente común, sino también por reconocidas figuras políticas y celebridades del espectáculo y el deporte. 

Norca Rivera, la hija de Nena
Su hija Norca, que es su principal ayudante, dijo este martes, segundo día de Semana Santa, período en el que las habichuelas con dulce forman parte de la gastronomía dominicana, que las ventas se mantienen “buenísimas”, tanto en estos días como todo el año. 

El precio de los vasos depende del tamaño, variando entre $1 a $3 dólares. 

Es auxiliada por su hija y otros familiares, que completan una plantilla de seis empleados, que producen entre 10 a 20 barriles, de los que sacan unos 100 vasos de habichuelas al día. 

Durante sus 28 años de arduo trabajo, ella abre el puesto de 9:00 de la mañana a 9:00 de la noche, consolidándose como la “Reina de las Habichuelas” en Nueva York. 

Hasta el momento, los competidores, muchos de los cuales son vendedores ambulantes en las calles, la han podido desplazar. 

Norca, explicó que mientras ella está al frente de las ventas, Nena se mantiene en la cocina, siendo la cara principal del negocio. 

La higiene, la organización y la metodología de trabajo, usados por Nena, es otro elemento de atracción y confianza en sus productos, cuya faena comienza al amanecer de cada día, cuando ella y sus ayudantes, tienen iniciar la jornada a las 5:00 de la mañana, preparando los condimentos, batiendo las ollas e hirviendo las habichuelas. 

“Buenísimas, vendiéndose mucho”, respondió al preguntarle cómo van las ventas esta semana santa. 

El invierno, es otra de las épocas que benefician sus ventas, ya que los consumidores siempre buscan algo caliente con que amortiguar el intenso frío que cala hasta los huesos. 

Con su trabajo, ha logrado levantar a toda su familia y se le considera, aunque ella rehúsa tocar el tema, económicamente sólida. 

Nena dice que todo lo que ha conseguido es con sus habichuelas, recordando que llegó desde Moca a Nueva York en 1991, y al no tener una profesión o dominar un oficio, se dedicó a vender frío fríos (yunyunes) en los veranos, pero cuando el calor se iba, se quedaba con los brazos cruzados. 

Entonces, le llegó la idea de vender algo caliente y pensó en las habichuelas, comenzando con una pequeña cantidad de tres libras, que luego fue creciendo, convirtiéndose en la pequeña industria que es hoy. 

Explica que es un negocio familiar, que la mantiene “bate que bate, todo el tiempo”. 

Jocosamente, señala que manejar la paleta con la que la mueve las habichuelas, la mantiene tan fuerte, “que al que yo le dé una trompá con este brazo…”. 

Fabián Mosquera, uno de sus empleados, dijo que los clientes provienen de diferentes estados como Nueva Jersey, Massachusetts, Pensilvania y suburbios fuera de la ciudad de Nueva York. 

“Vienen de todas partes”, dijo. 

Los nietos de Nena, algunos hijos de Norca, también son parte del equipo de trabajo. 

Y la matriarca mocana, tiene un gran deseo: 

“Cuando yo aterique (muera), que queden los recuerdos”.



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 La Plaza Duarte en el Alto Manhattan sigue siendo refugio de adictos, indigentes y desaprensivos



 

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