Miguel Cruz
Tejada /
Olivia
Farsworth, de 7 años de edad y nativa del poblado de Huddersfield en
Inglaterra, es llamada “La Niña Biónica” porque padece una rara enfermedad que le
permite no dormir, y no sentir hambre ni dolor.
Su historia
real, parece más de ciencia ficción que
real. Con apenas siete años esta niña británica se está dando a conocer en todo
el mundo por no sentir dolor, hambre ni sueño. Olivia carece de una parte del
cromosoma 6, una alteración genética única en el mundo de momento que le ha
hecho ganarse el sobrenombre de “niña biónica”.
Olivia Farsworth
saltó a la fama en su Huddersfield natal, una localidad situada entre
Manchester y Leeds, cuando fue atropellada y arrastrada más de 20 metros por un
coche.
Ella, lejos de
ponerse a llorar o quejarse de dolor, se levantó y preguntó a su familia que la
miraba atónita “¿Qué pasa?”. La niña tenía una marca de neumáticos en el pecho
por el atropello y sufrió quemaduras en un pie y la cadera. Según explicaron
los médicos, Olivia se salvó al no tensionarse en el momento del impacto. Se
mantuvo relajada y eso evitó fracturas.
En el cromosoma
6 se encuentra el complejo mayor de histocompatibilidad y está relacionado con
la respuesta inmune del organismo. Según fuentes consultadas, la monosomía 6
completa -la pérdida total de dicho cromosoma- es incompatible con la vida
humana, por lo que a Olivia le debe faltar una parte y es muy complejo
determinar su función exacta. Este cromosoma contiene unos 100 genes, cada uno
con una tarea diferente.
“El desorden
cromosómico le hace inmune al dolor y no tiene ninguna sensación de peligro”,
cuenta su madre Niki Trepak al periódico Daily Mail inglés. Aunque no sentir
dolor no es el único problema que tiene esta niña en su vida diaria. La madre
explica que no suele tener hambre y que puede pasarse hasta 72 horas sin
dormir, por lo que se ven obligados a suministrarle somníferos para conciliar
el sueño. El atropello no es el único sobresalto que se llevó la familia de
Olivia Farsworth.
Hace unos años,
cuando iba a la guardería, sufrió una caída y se rompió el labio. La niña ni
lloró a pesar de tener la boca llena de sangre. Y tras operarle el labio, el
médico que la trató se percató de que ella no sentía dolor alguno, como si
estuviera anestesiada.
Ya de bebé no
era como el resto de sus hermanos. “Olivia nunca lloraba, a los nueve meses
dejó de dormir con normalidad y el pelo no le creció adecuadamente hasta
cumplir los cuatro años. A pesar de todo es una niña muy feliz”, relata Niki
Trepak.
De momento no se
conoce otro caso en el mundo de una persona con el mismo desorden cromosómico,
lo que convierte a Olivia en única. “Hay muchas familias pasando por luchas
diarias sin que el resto del mundo haya oído nunca nada de estos trastornos. Se
necesita más dinero dedicado a la investigación para que haya más respuestas”,
asegura la madre en las redes sociales.
Por este motivo
ha puesto en marcha una campaña para recaudar fondos en Youcaring. Las donaciones
servirán para que el Centro Médico Universitario de Groningen (Holanda)
investigue el caso de su hija y otros relacionados con los desórdenes
cromosómicos. Ya han conseguido unos 6.400 euros y esperan llegar hasta los
10.000.
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