REPORTAJE
ESPECIAL DE BBC MUNDO /
Algunos ya lo ven como un futuro candidato
presidencial. Los Bush llevan un siglo hablando duro en la política
estadounidense.
En los últimos treinta años, dos hombres con ese
apellido llegaron a la Casa Blanca. Pero el heredero aparente de la dinastía,
Jeb Bush, acaba de sufrir tal vez la derrota electoral más humillante que haya
afrontado la familia más poderosa del conservatismo estadounidense.
 |
(Foto LA Times) |
Luego de obtener un desolador cuarto puesto en la
elección primaria republicana de Carolina del Sur, Jeb abandono el sábado en la
noche sus esfuerzos por obtener la nominación de su partido a la candidatura
presidencial.
Los Bush son lo que en un país latinoamericano se
llamaría “gente bien”. Familia de abolengo, modales distinguidos. Una educacion
de elite.
Y la actitud sosegada y medio despreocupada de quienes
han estado acostumbrados a honores y responsabilidades que les llegan casi por
derecho propio.
Por lo que no puede ser más notorio el contraste con
los tres competidores que lo enviaron al destierro electoral.
El sabado 20 de febrero, Donald Trump, el multimillonario
empresario de actitudes farandulescas e incendiario usuario de las redes sociales,
cimentó su posición a la cabeza de la carrera en el Partido Republicano con su
nueva victoria en Carolina del Sur, sin que haya hecho mella en su popularidad
la estela de insultos que deja a su paso contra mexicanos, musulmanes, chinos,
veteranos de guerra y otros.
El arranque
La irrupción de Marco Rubio en la carrera electoral
republicana cayó mal en el entorno de Bush. La irrupción de Marco Rubio
en la carrera electoral republicana cayó mal en el entorno de Bush.
Todo parece indicar que los últimos obstaculos que se
atraviesan entre Trump y la nominación republicana son dos jovenes congresistas
cubanoestadounidenses. Uno de ellos es el senador por Texas Ted Cruz.
El otro, más joven aún, es Marco Rubio. En la noche
del sábado, resultados preliminares lo ubicaban en la segunda posición de los
comicios en Carolina del Sur. Lo que parece consolidarlo como el candidato del
“establecimiento” moderado de su partido, los que no están cómodos con las
posiciones radicales de derecha de Trump y Cruz. Una posición que era
precisamente la que quería ocupar Jeb Bush.
Cuando lanzó su campaña a mediados de 2015 parecía el
candidato inevitable de su partido, gracias al apoyo récord de grandes
donantes, la red de contactos familiares y una fama de ser el más inteligente y
capaz de su dinastía, fortalecida por un felizmente recordado periodo como
gobernador de Florida entre 1997 y 2007.
En los primeros meses de campaña, Bush apuntó su
ofensiva verbal contra su antiguo "pupilo" Marco Rubio. Cuando el
fenomeno Trump despegó, Bush buscó desesperadamente ubicarse como el candidato
“razonable” frente a las posiciones controversialmente derechistas de su rival.
Por lo que buena parte de su campaña se dedicó a atacar no a Trump, sino a
Rubio.
La esperanza era derrotarar al congresista cubano en
las primeras primarias para que la carrera republicana se redujera a una
competencia entre Trump y Bush, que Jeb esperaba ganar eventualmente.
El "recién llegado"
En los primeros meses de campaña, Bush apuntó su
ofensiva verbal contra su antiguo "pupilo" Marco Rubio. En los
primeros meses de campaña, Bush apuntó su ofensiva verbal contra su antiguo
"pupilo" Marco Rubio.
La derrota ante Rubio tiene que haber sido
especialmente dolorosa para Bush, dado que el cubano había sido hasta hace poco
su aprendíz, a lo sumo un lugarteniente y eventualmente un heredero, pero no
había sido considerado un rival político serio por Jeb.
Ambos viven en Miami, a 5 minutos de distancia. Jeb en
un barrio más exclusivo, Rubio en un distrito más de clase media.
Mientras Bush, hijo y hermano de presidentes, ocupaba
la gobernación de Florida, Rubio, el hijo de un barman cubano, escalaba
posiciones en la política municipal y del estado, a veces con el patrocinio del
mismo Bush.
Cuando en 2005 Marco Rubio se convirtió en el primer
hispano en ser nombrado elegido presidente de la Camara Baja de la legislatura
regional de Florida, el mismo Jeb Bush ofreció el discurso congratulatorio.
Bush concluyó sus palabras ofreciéndole ante el
público un sable ceremonial, con el que, según sus palabras, ungía al joven
Rubio como un guerrero de las ideas conservadoras.
Un sable que, dirán algunos, Rubio enterró de manera
simbólica en su antiguo mentor años después al atravesársele en la carrera por
la Casa Blanca.
La irrupción de Marco Rubio en la carrera electoral
republicana cayó mal en el entorno de Bush. Cuando Rubio anunció su propia
candidatura en 2015, aseguran los medios estadounidenses, muchas voces en la
campaña de Bush lo vieron como una insolencia de parte de un recién llegado a
la política que no sabía esperar por su turno ni respetar a sus “mayores”.
Al final, dirán otros, Bush se clavó el sable él mismo
con una campaña mediocre que dejó en claro la falta de carisma del candidato,
especialmente al enfrentarse en debates televisados a gladiadores verbales como
Trump, Cruz y el mismo Rubio.
Bush quedó con un apodo tristemente célebre, puesto
por Trump al final de una de sus salidas en falso en los debates: Jeb era el
candidato de “baja energía”. Tampoco pudo nunca deshacerse de las
complicaciones originadas de su ilustre familia.
Al principio dijo que él era un hombre independiente,
con sus propias ideas, pero ante el asedio de los periodistas, no se atrevió a
dar una posición clara sobre la controversial decisión de su hermano, el
presidente George W. Bush, de ir a la Guerra en Irak en 2003.
En las últimas semanas, Bush hizo apariciones públicas
junto a sus familiares como su esposa (izquierda), madre (derecha) y los
expresidentes de la familia, su padre y su hermano.
Al final, en medio del desespero, terminó reclutando
al exmandatario e incluso a su nonagenaria madre, Barbara, para que hicieran
campaña por él. Pero su estilo siguió siendo visto como árido, indeciso.
En un momento tristemente célebre, al final de uno de
los discursos que pronunció, imploró a una audiencia devastadoramente
silenciosa que lo aplaudiera.
Una carrera en entredicho
Por ahora, no habrá un tercer Bush en la Casa Blanca.©
Getty Por ahora, no habrá un tercer Bush en la Casa Blanca.
La carrera de Bush, por tanto tiempo imparable, ha
quedado en suspenso. Jeb Bush se preparó por muchos años para el poder. Por
ahora, no habrá un tercer Bush en la Casa Blanca.
Luego de graduarse de la aristocrática escuela de
Andover, sorprendió a su familia al casarse con una mexicana, Columba, y
terminó sus estudios en la Universidad de Texas. Trabajó como empresario e
incluso pasó un tiempo en Venezuela en la representación de un banco
estadounidense, antes de mudarse a Florida, donde fue elegido gobernador en
1998 y obtuvo la reelección en 2002.
Hoy sus aspiraciones presidenciales se han
desvanecido. Con su derrota, queda el camino allanado para que Cruz y Rubio
sigan disputándose con Trump la nominación republicana en 2016. Pero nadie cree
que sobre los Bush se haya dicho la ultima palabra. El hijo mayor de Jeb,
George, se mudó a Texas para seguir el negocio familiar: la política. En 2014
fue elegido comisionado de la oficina de tierras del estado, una posición más
bien humilde
0 Comentarios