NUEVA YORK._ El encuentro de periodistas dominicanos
radicados en Nuevas York, entre los que estaba yo, celebrado el jueves 15 de
octubre 2015 en la sede de las Naciones Unidas, con el responsable de la Dirección
General de Comunicaciones (DICOM) del gobierno, Roberto Rodríguez Marchena, se
podría considerar poco común o frecuente, especialmente tratándose del
estratega principal de la información oficial del estado de la República
Dominicana y del presidente Danilo Medina.
Los que me conocen como reportero, hombre y ente,
saben que nunca he sido dado a la lisonja por considerarla profesionalmente
denigrante y humanamente humillante.
Pero la justeza debe primar por encima de criterios y
consideraciones que pudieran desenfocar la esencia de un análisis objetivo y
transparente, al margen de posiciones partidarias o inclinaciones clientelistas
que en el fondo, dañan e intoxican el equilibrio periodístico.
En ese encuentro, en el que los comunicadores que
producen sus propios espacios de radio y televisión en canales comunitarios o
grandes medios, con señales internacionales por satélite, tuvieron la
oportunidad de oro para desembocar toda la frustración que acumularon por años,
al ser excluidos de la participación en presupuestos publicitarios estatales,
cuyos manejadores, hasta ahora, los veían como simples “méndigos” o los usaban
como trampolines para llevar los mensajes de sus multimillonarias campañas
electorales.
Después venía como siempre el olvido, la indiferencia
y el incumplimiento de promesas huecas que los hicieron fabricar sueños,
cálculos de fantasías y aferrarse a la creencia de que quienes les ofrecieron,
les cumplirían, pero todo se convirtió en parte de la misma demagogia y
mentiras con las que se manejan los politiqueros , que tienen como égida el
mercantilismo barato y como respuesta la indolencia.
Hubo uno de ellos, que incluso, durante una
conferencia de prensa con el entonces presidente Leonel Fernández, llegó al
colmo hasta de excluir a los comunicadores dominicanos de la diáspora de las
preguntas, por el temor a que las mismas cuestionaran al mandatario sobre
algunas situaciones que sacudían al país y daban una imagen negativa de su
gobierno.
Otro, en el período 2000-2004, ni siquiera miraba al
frente, nunca dio la cara y fue mucho más lejos, desconociendo en los pasillos
del Palacio Nacional, incluso, a periodistas que se habían inclinado por el
PRD.
Marchena, demostró que es diferente, que proviene de
una estirpe que escasea en estos tiempos entre políticos, congresistas y
funcionarios de alto nivel y que su formación difiere de las de muchos de esos,
que obviamente llegan a las alturas más por “cuñas” o inversión político
–económica que por capacidad y méritos.
El portavoz de la presidencia, que proviene de las
mismas trincheras de las luchas revolucionarias de los años setentas, de las
que venimos muchos, siendo parte de nuestra generación, se mostró abierto,
comprensivo, reflexivo, transparente y tan sincero que dejó la mejor de las
percepciones, inclusive, en periodistas que no tenían idea de su grado de
poder, como uno de los hombres de más confianza del presidente Danilo Medina.
Marchena, no sólo en esa reunión, sino también fuera
de ella, mostró la humildad que les hace falta a muchos otros prepotentes
funcionarios y ha demostrado, a diferencia de la gran mayoría, que puede
memorizar los nombres de cada “a vuelo de pájaro”, identificarlos y llamarlos
por sus identidades.
También ha demostrado y doy testimonio, que responde a
las llamadas, los mensajes en redes y WhatsApp y que es capaz de hacer una
pausa en su festinada agenda de trabajo y compromisos, para no dar la espalda.
Si los gobiernos tuvieran al menos una docena de
ministros y directores generales del calibre de Marchena, estaríamos obligados
a decir, que contamos con una pléyade que desde el poder, pone en práctica el
ejemplo y el legado de humildad de Juan Bosch.
Aparte de su
formación ideológica inicial en el Comité Revolucionario Camilo Torres
(CORECATO), es obvio que Marchena hace gala de principios, estándares y
parámetros de un funcionario al que nunca “los humos” se le irán a la cabeza ni
mirará jamás por encima del hombro a los más necesitados y mucho menos negarle
su mano solidaria as quienes busquen cooperación y ayuda en él.
No soy biógrafo y tampoco apologista, pero todas estas
características y manejo de sus funciones desde la presidencia de la república,
son reconocidas en Marchena hasta por
los más radicales adversarios del gobierno, Danilo y el PLD.
No me cabe la menor de que hablando de Marchena, el
presidente supo escoger lo mejor, porque se trata de un constructor de imagen,
un hacedor de esperanza y un
conquistador de simpatías.
La reunión con
los periodistas en la ONU, fue el mejor ejemplo de ello y “para muestra, basta
un botón”.
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